DE BESTIARIOS Y TRANSMUTACIONES

Trazada en la linea del tiempo va emergiendo la iconografía de los mundos posibles en el plano vacío y blanco de la tela y el papel con su aterradora vacuidad. Es allí y por la mediación de una rica variedad de técnicas pictóricas como va apareciendo un mundo. Dar forma a los mundos paralelos, misteriosos y extraños en exuberante y fantástica imaginación, no es algo común. Para hacerlo se precisa fuerza, valor, sinceridad, virtudes que en la línea del tiempo de nuestra civilización encarnaron el Bosco, Brueghel, el joven, los pintores del expresionismo alemán, Bacon, dadores de una magnífica herencia apropiada por la fuerza interpretativa y singular del maestro Tello en su BESTIARIO.

En el mundo agónico de la modernidad, en la soledad del individuo que alienta y vive entre las múltiples formas del tedio, entre las tantas realidades paralelas del complejo humano actual es donde se instala este particular y moderno bestiario que aunque actual es heredero de las atávicas formas del miedo, tan humano, tan cósmico y antiguo. Desde la más remota antigüedad hasta nuestra cibernética era, la humanidad en su onírica y despierta cotidianidad crea su propio bestiario siendo el pintor, su narrador y el tiempo, su expresión. Y porque nada de lo humano le es ajeno a la realidad del arte, al quehacer de este narrador- pintor, es como llega al ojo del espectador en las místicas vibraciones del color. En la fuerza telúrica de la línea, en el rico quehacer de las modernas técnicas de la pintura está la vibrante demiurgia de este universo de súcubos, de ángeles negros prisioneros de la máquina oscura de su íntima y también oscura esencia como si una risa cósmica pareciera burlarse de los deleznables códigos humanos.

Es en la fábula y el mito donde se enriquece la fuerza expresiva del pintor, donde el imaginario de Tello hace existente los inquietantes mundos de lo atávico. Ineludible preguntarnos cómo es que están aquí, desde qué profundidades nos acechan, desde que lugares se vivencian esas extrañas mutaciones de lo humano a lo animal, de lo orgánico a lo inerte, el voluptuoso llamado del placer, el éxtasis de gozos solitarios, el cerco en el que se agitan pequeñas bestezuelas.

Tal es la riqueza expresiva de este Bestiario que la palabra no logra definir tan agudo sortilegio. Solo la visión pura es invitada, una visión desprovista de mensaje, lograda por el poderío del pintor en una ética no moralizante de celebración y festejo que abriendo la puerta invita a recorrer los extraños mundos creados por la magia y brillo del color magnificados por la oscuridad que es propia a tales recintos y donde multitud de seres tienen su lugar.

Lucy Tello